Política y pensamientos infantiles

Interesante esta columna de Alejandro Gaviria.
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No me gusta que parece igualar clientelismo y corrupción con parapolítica. En esencia, me parece, la parapolítica tiene alcances mucho más profundos, dolorosos y sanguinarios que el hecho de robar o usar influencias en temas relacionados con el Estado. Es como comparar un asesino con un ladrón.

Me gusta el planteamiento de que las reglas planteadas y hechas leyes no significan curas definitivas. Hay normas (y pueden poner más, y más severas) contra la corrupción, pero la torta pública es tan tentativa que vale poco el incentivo de las imágenes de los noticieros en el búnker de la Fiscalía con agentes del CTI o el de las pulgas en La Picota.

Hay un hecho puntual y de fondo: Hay corrupción porque hay demasiado dinero suelto a cargo de políticos regionales y barones locales, cuyos destinos suelen ser muy diferentes a lo que la Constitución y las leyes mandan. Esa plata puede pasar de estar inicialmente destinada a salud y mantenimiento de vías a poner bonitos los barrios de los más pudientes políticos o financiar grupos ilegales.
Probablemente, el asunto mejorará si se limita el poder de estas personas que ya he nombrado. El problema es que para hacer tal cosa, todo tendrá que pasar por el congreso. Y hacer que los políticos se limiten es algo muy difícil, sin duda.

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