Importancia de la estabilidad en los precios en zonas de bajo desarrollo socio-económico: El caso del Cesar

La inflación es un fenómeno muy importante en la economía, especialmente en la llamada economía de todos los días, la que más nos afecta en nuestro diario vivir: Su variación determina qué y cuánto de determinados bienes podemos comprar cuando tenemos un ingreso constante. Y sus efectos sobre las diferentes esferas sociales son variadas:

Por ejemplo, para personas afortunadas en una sociedad latinoamericana como la colombiana (clases altas), tiene efectos mixtos, a saber: i) Incialmente, sus posesiones se valorizan, pues cuando hay inflación descontrolada, hay, en exceso, más compradores que vendedores y los precios de los activos, consecuentemente, suben[1]. Sin embargo, esto se ve opacado en el mediano plazo por la ii) la incertidumbre que confunde a los agentes, los hace más propensos a tomar malas decisiones o los lleva a ser más cortoplacistas[2]. Ejemplo de lo anterior puede ser Venezuela, pues muchos de sus empresarios, en ausencia de certidumbre por motivos políticos ( especialmente expropiaciones) y económicos (inflación, inyección de capital desmedida por parte del Banco Central) han decidido radicarse en Colombia[3], que según el Informe Global de Competitividad del Foro Económico Mundial, es una nación con una estabilidad macroecónomica buena (entre otras cosas, gracias al buen comportamiento de la inflación en la última década) y unas Instituciones relativamente fuertes para su entorno regional [4]. Para las personas de clase media, la historia tampoco es buena: Su poder adquisitivo disminuye, pues en general son empleados que ganan una cantidad mensual generalmente constante mientras los precios de los bienes y servicios que consumen siguen subiendo. La parte más fuerte de los problemas que causa la inflación se lo llevan las capas sociales más vulnerables, pues sus ingresos son pequeños y deben empezar a racionalizar su gasto, y algunas veces ese ejercicio puede terminar en la eliminación de la lista de compras a productos de la dieta básica, desplomar el consumo de calorías y dejarlos en la pobreza no sólo estadística, sino también nutricional.


Pero a pesar de que la inflación es un fenómeno que, en general, puede considerarse negativo para todas las economías, sus implicaciones económicas y sociales son mucho más graves en los países subdesarrollados (como Colombia) que en los países desarrollados. Por ejemplo, al presentarse un fenómeno inflacionario en un país europeo o en los Estados Unidos, seguramente habrán muchas quejas porque el poder adquisitivo de las personas se ve afectado, así como la competitividad de la economía en general por costos que no paran de subir. De igual manera, como ocurrió en el 2008 con la crisis global de alimentos, los hacedores de la política pública de salud se preocuparían porque los índices de obesidad empiezan a subir, pues los productos naturales como frutas y vegetales se volverian un lujo y las personas pobres, para mantener un nivel de consumo de calorías respetable, deberían empezar a consumir comidas rápidas y baratas, que no son las más saludables[5]. Al sufrir el mismo problema, un país como Colombia enfrentaría adversidades diferentes: Los inversionistas extranjeros especulativos sacarían dinero del país por preocupaciones sobre el valor relativo de la moneda local, la bolsa de valores caería varios puntos porcentuales y el gobierno tendría que encarar problemas fiscales pues el costo del endeudamiento externo se dispararía (los dólares se habrían ido volando bastante rápido, estos se habrían hecho para entonces mucho más escasos y consecuentemente, más caros) y los intereses de la deuda en bonos en pesos se dispararían por el mismo movimiento especulativo que habría disparado la tasa de cambio. Pero más allá de todo eso, que de por sí es bastante grave, la consecuencia más profunda sería la reducción en el estándar de vida de muchas personas, pues con el mismo dinero tendrían que comprar bienes y servicios más caros y hacer, consecuentemente, algunas reducciones en consumo (puede ser de alimentos, de vestuario, de diversión), que para los sectores más pobres de la población significaría consumir menos alimentos, lo que puede llevar a efectos sociales preocupantes como la desnutrición.


De igual manera, la dinámica de los efectos de la inflación varía, por las mismas razones que cambia de país a país, dentro de las regiones de una misma nación: Las cadenas productivas y la distribución del gasto son diferentes por varios motivos (financieros, geográficos, etc...). En el gráfico 1 se ilustra el porcentaje del PIB Departamental que aportan tres tipos de industrias: i) Alto Valor Agregado (IAVA), que incluye fabricación de sustancias químicas, material de transporte, fabricación de maquinaría y refinerías de petróleo, ii) Mediano Valor Agregado (IMVA), que incluye alimentos, bebidas, tabaco, textiles y papel, y iii) Bajo Valor Agregado (IBVA), que incluye a la industria del cuero y de la madera.




Fuente: DANE, Indicadores de industrias por Indice Industrial de Uso del Conocimiento.


Del gráfico se puede inferir que el Cesar tiene una estructura productiva diferente a la de otros departamentos del país: Más primitiva que la de Departamentos que albergan grandes urbes, pero ligeramente más sofisticado que el de regiones absolutamente aisladas del resto de la nación como La Guajira y Chocó. Algunos comentaristas regionales achacan esa ausencia de progreso industrial a las malas vías de acceso (claves para sacar productos a otros mercados), instituciones débiles y una escolaridad bastante baja. Por ejemplo, Josefina Palmera, una destacada señora en la sociedad vallenata, le afirma a Alonso Sánchez Baute en una entrevista [6] que las primeras carreteras que vió Valledupar, la capital del hoy Departamento del Cesar, empezaron a construirse en 1920 y sólo fueron terminadas hacia 1940.

De alguna manera, esa ausencia de posibilidades de industrialización incentivó a los líderes locales a buscar nuevas alternativas para mejorar el estado de la economía regional. Dentro de esas opciones siempre ha estado aprovechar las burbujas que la economía global se invente: De 1975 a 1980, el precio del algodón pasó de 56 a 93 centavos/libra[7], y gran parte de las tierras del Cesar son aptas para sembrar algodón, por lo que muchos individuos aprovecharon e intentaron hacer algún dinero por ese lado. Sin embargo, de 1980 a 1985, el precio cayó hasta un mínimo de 37 centavos/libra[7], dejando en la ruina a muchos productores. Y sólo un ambiente inflacionario estable pudo haber permitido una recuperación vigorosa. En esos momentos, lamentablemente, la inflación nacional se situaba alrededor del 20-25% [8] (no hay datos para nuestra región, pero se espera que sea más alta por la misma bonanza del algodón y las externalidades que tiene que sufrir la región por ser fronteriza con un país con tendencias inflacionarias como Venezuela, que en 1988 alcanzó a registrar un incremento en el IPC de casi 70%)[9], lo que seguramente retrasó y ralentizó la recuperación de la economía cesarense.

Otra de las opciones que se han explorado y vivido ha sido la de las actividades ilegales como el narcotráfico y el contrabando, que suelen estar acompañadas de enormes flujos de efectivo que no han generado muchos efectos positivos a largo plazo, pues han terminado inflando precios y no han generado bases para un crecimiento económico sostenido.

En conclusión, la inflación descontrolada es un fenómeno que puede afectar a diferentes economías, independientes de sus estructuras productivas o su interconexión con otras regiones o países. Sus consecuencias económicas son limitadas ante las tragedias sociales que puede ocasionar, especialmente en países y regiones con niveles de desarrollo limitados.

Bibliografía
[1] Cardenas, Mauricio. Introducción a la economía colombiana. Bogotá D.C.: AlfaΩ, 2006. Impreso.
[2] Gaviria, Alejandro. "Pregunta técnica." Mensaje a Luis F. Jaramillo. Enero 28. 2007. E-mail.
[3] "Empresarios venezolanos le apuestan a Colombia."Revista Dinero. Agosto 15. 2008. Web. 10 Oct. 2009. http://www.dinero.com/negocios/empresarios-venezolanos-apuestan-colombia_51217.aspx.
[4] "Competitividad: Más deseo que realidad." Revista Dinero. 18 de Septiembre. 2009. Web. 10 Oct. 2009. http://www.dinero.com/edicion-impresa/coyuntura/competitividad-deseo-realidad_63606.aspx.
[5] Lubrano, Alfred. "High food costs may boost obesity among poor in U.S." The Philadelphia Inquirer. Mayo 14. 2008. Web. 10 Oct. 2009. http://www.deseretnews.com/article/1,5143,700225991,00.html.
[6] Sánchez, Alonso. Líbranos del Bien. 1ra ed. Bogotá D.C.: Alfaguara, 2008. Impreso.
[7] "Monthly Prices." Cotton Average Monthly Prices. National Cotton Council of America, Septiembre 1. 2009. Web. 10 Oct. 2009. http://www.cotton.org/econ/prices/monthly.cfm.
[8] Indice de Precios al Consumidor - IPC y variación anual desde 1954. Banco de la República de Colombia, 1 Oct. 2009. Web. 10 Oct. 2009. http://www.banrep.gov.co/estad/dsbb/srea_012.xls.
[9] Huerta, José. La inflación en Venezuela. Web. Octubre 10. 2009. http://www.josebhuerta.com/inflacion.htm.

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