Poca retórica, acciones puntuales

Ese parece ser el lema ideal de cualquier campaña, bien sea política, deportiva o hasta ambiental. Sin embargo, estas letras con caras sonrientes e inspiración reformista, pocas veces se cumplen y nunca pasan de las pancartas gigantes y de los presupuestos de publicidad. Un buen ejemplo es la posición del G8 entorno al calentamiento global: Muchas promesas de acción, metas globales para los próximos 100 años y largos y elocuentes discursos, pero poco de obras puntuales.
Mucha retórica y pocas acciones puntuales. La escena parece ser común: La ineficiencia de los políticos para sacar adelante proyectos que puedan cambiar verdaderamente este mundo un desorganizado y sucio.

Al parecer, la sociedad occidental va a tener que trastear las responsabilidades del Estado al sector privado y a los individuos por la ineficacia de la burocracia para solucionar un problema que, a grandes, rasgos se ve que nos afecta ahora y lo en los próximos 100 años. O más sofisticadamente, en el corto y largo plazo.

Si es así, nuestra tarea no espera. Como consumidores debemos exigir que las empresas nos vendan productos “verdes” y amigables con el medio ambiente. En el hogar debemos ser más racionales a la hora de usar la electricidad y el agua caliente cuando nos bañamos, usar lo menos posible los aerosoles y hacer el esfuerzo por comprar de esos bombillos ahorradores. En el carro, bajarle al aire acondicionado y cuando tengamos posibilidades, comprar autos híbridos o con un menor consumo de combustibles. A la hora de ir a votar en las urnas, tratar de escoger un candidato que tenga algún tipo de conciencia ambiental, y cuando este gane, hacer la veeduría ciudadana necesaria para ver que lo que habla no era una cuestión de coyuntura por ganar votos de algunos hombres obsesionados con los temas de la vida y el ambiente. Y finalmente, educar o debatir en nuestras casas sobre los efectos del cambio climático en nuestro diario vivir.
Nada de esto es difícil. Si uno se pone a analizar bien, es cuestión de cambiar unos hábitos negativos que las comodidades de la libertad nos han permitido tener.

Esta lucha es necesaria y requiere solo de algunos cambios en nuestros hábitos. Nada es radical. No se propone que volvamos a la edad de piedra, que dejemos de usar carros o que en los Estados Unidos se dejen de usar los aires acondicionados. Simplemente, son propuestas para que los individuos y las empresas enfrentemos algo que la burocracia arrogante, a pesar de muchas pruebas, no ha querido tomar en cuenta, inclusive de sus tremendas implicaciones sobre nuestras vidas, las de nuestros hijos y todas las generaciones de allí en adelante.

1 comentario:

juan francisco muñoz dijo...

Me gustó mucho la idea de los cambios moderados pero posibles y efectivos. Tendre en cuenta muchas de estas consideraciones ahora que estoy vivendo en bogotá.
Te recomiendo un evento que dirige la corporación visionarios, un simposio de temas sociales y econ´+omicos entendidos desde la teoría de la congruencia entre la ley, la moral y las normas sociales, en el cual va a participar antanas, pero también personas muy importantes como Elster, las cuales creo que se basan en las ideas planteadas con los experimentos de Fehr y sus colaboradores. No se si puedas por aquello del colegio, yo tampoco se si pueda por aquello de mi maestría. Claro que el p´roximo 25 de septiembre hay una charla sobre esto en la nacional de 6 a 9 pm en el auditorio de la facultad de derecho.El simposio croe que es en octubre, ya esta cerca.
Saludos