Siento la demora en poner algo nuevo (y menos paneludo que un ensayo sobre algo que ya medio mundo sabe), pero las obligaciones académicas y la pereza (sobretodo la última), se encargaron de arrinconarme el tiempo y dejarme sin espacio para escribir algo decente.
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Esta semana tuve una entretenida discusión en el blog de Alejandro Gaviria con Jaime Ruíz (sí, él.. JR) sobre "el comunismo" (o mejor, la izquierda) y la violencia. Sobre su supuesta relación intrínseca e imposible de desligar. O ese mal que ya traen por dentro los bebés que tienen piel amarilla, o en su defecto, roja. Y bueno, es algo de lo cual JR no sufre porque (dice JR) "habito un mundo en el que nadie escucha a los que proponen el comunismo y me niego a ver esas ventajas.". Porque es un Santo de la política que está bien arriba en el trono de los fachos. O más simplemente, es superior moralmente (o bueno, eso cree).
En fin, el siempre habla del comunismo con superioridad moral porque "no ha mandado a castrar policias"ni "ha asesinado gente estrato 1". Y allí se queda la discusión. En el corre-corre interminable de la moral (y el moralismo), pero de allí en adelante, nada.
Entonces, esta superioridad moral estanca la discusión y en últimas, inhibe el poder de los argumentos (que JR tanto desprecia). Lo más triste de todo es que esa superioridad moral se encuentra perfectamente esparcida por todo nuestro territorio (existente o inexistente) y de igual manera, le quita impulso a los argumentos, que para que de algo sirvan, deben hacerse de igual a igual.
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