La belleza de los Simpsons...

Siempre me ha causado gran curiosidad que a algunos niños y jovenes les prohiban ver The Simpsons, la maravillosa caricatura de Matt Groening. Y bueno, más que curiosidad, es reproche, porque no es posible intentar (y me disculparán los que saben criar a sus hijos) educar a los hijos en una bolita de cristal sin interferencias vulgares (eugenesia paternal?). Es como la mamá esmerada porque su nené aprenda a tocar violín y esté bien peinado, mientras a la salida del auditorio donde se ha presentado por primera vez, lo espera un mundo de perversión y oscilaciones entre lo decente y lo mundano. En últimas, les parecen feos porque no están alineados con sus utopías moralistas y perfectas.

En mi opinión, la belleza de los Simpson se encuentra en su misma fealdad: En su falta de apego aque las utopías infantiles y escueleras de las profesoras de primero de primaria. En su inclinación por presentar las cosas de una manera acercada a la realidad y la crudeza (o sensatez?) con presenta los comportamientos de la sociedad contemporánea.

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