En todo caso, a veces lo leo. Es como un esfuerzo masoquista para decir que leí a Caballero y que ya cumplo con el típico parametro de "haber leído de los dos puntos de vista del problema".
En general, después de la lectura cuidadosa de este señor, me dan ganas de escribir y atiborrarle sus opiniones de parecer con cifras de alguna validez empírica. Pero eso es, al final de cuentas, impráctico: No cambiaría nada. Estoy seguro de que si me leyera y fuera su deseo responderme, saldría con los típicos argumentos que usan los políticos cuando los guarismos los ponen contra la pared: Manipulación, deshumanización, bla, bla, bla...
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En esta noche de desvelo me dió por entrar a Semana y buscar su columna: Esta vez no me pareció tan alejada de la realidad, porque por lo menos reconoce determinados avances en aspectos de seguridad. Sigue con su tufillo de siempre, pero por lo menos reconoce que, de alguna u otra manera, el final de las FARC -narcoterrorismo, para mí- está cerca.
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