El bolívar fuerte y el clientelismo

Siempre me ha llamado la atención esa tendencia, tan latinoamericana, de refundar la patria cada vez que un presidente nuevo llega al poder. Montones de medidas y paquetes de leyes para retorcer a los países todas las veces que los Palacios de Gobierno cambian de habitante. Revolcones institucionales que ponen a los paises de cabeza.
Lo que, en mi opinión, es más curioso es que esos cambios tan abruptos nunca han terminado bien, ni hay reseñas de que hayan servido para mucho. Un buen ejemplo puede ser Ecuador. La constitucionalidad, que allá se ha vuelto una meretriz, es víctima de maquillajes cada década o cada vez que hay una crisis económica. Y eso, el transformismo urgentista, no les ha ayudado mucho.
Otro buen ejemplo de cambios elocuentes, de shows mediaticos gigantes y pocas soluciones, es el del bolívar fuerte: Nuevas imágenes, grandes discursos de los economistas bolivarianos, proyecciones inflacionarios optimistas y propaganda gobiernista. El resultado: Ninguno. En pocos meses ya ha perdido cerca del 10% de su valor. Porqué? Probablemente es porque no se está atacando la raíz del problema: gasto público excesivo, demasiado dinero circulante, etc...
Y me hace reflexionar que así puede ser con el clientelismo armado, más recientemente simbolizado por la parapolítica: Si no se atacan las bases del problema (intereses rentistas, poca vigilancia, etc..) y se acuden a soluciones superficiales (léase Gran Acuerdo Nacional, Silla Vacía o Asamblea Nacional Constituyente), corremos el gran riesgo de que estos fenómenos se prolonguen, así nuevas caras aparezcan. Desde el punto de vista político, puede ser más rentable mostrar sentido de urgencia y aparecer todos los días en televisión debatiendo sobre las pequeñeces de la reforma política. Pero sería mucho más responsable, y efectivo desde la misma óptica, combatir esos fenómenos eliminando o disminuyendo los incentivos que los originan.

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