Sorpresas

Estos días no se porque he escrito tan poquito. Probablemente me cansé de hablar de lo mismo o de recibir pocos comentarios, pues ya sabrán los bloggers y los escritores que uno escribe para que lo comenten. O al menos lo lean un poco y no sean sólo estudiantes de secundaria sin imaginación buscando "cómo es una sociedad ideal". O tocayos haciendo el tan común ejercicio egocéntrico de buscar su nombre en Google. O venezolanos buscando profecías sobre su país. Y hasta inquisidores de la globalización buscando conclusiones sobre Dónde está la franja amarilla? del poeta Ospina. Pero bueno, seguiré escribiendo por inercia. O por no botar a la basura tantos minutos invertidos, textos poco célebres y por seguir buscando enriquecerme intelecualmente en el acto. Y esperando la voz de personas nuevas. O al menos, para saber quienes me leen por interés y no por las bondades del PageRank de Google.

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El secuestro es una acción, por parte de cualquier actor, punible. Eso es obvio. Y, retando a las sociologías ruidosas de algunos opinadores, así lo ha ratificado el pueblo de Colombia este 20 de Julio. Y esta misma fecha -y la motivación que la misma tiene esta vez en particular- me ha llevado a reflexionar un poco sobre lo buenas que pueden ser algunas personas para juzgar el progreso de algo, cuando están lejos de ellas por un buen tiempo: Cuando no son susceptibles de captar la gradualidad que la lentitud del avance trae consigo mismo. A aquellos que, por ciertas limitaciones infortunadas, solo ven el antes y el después. Estas personas, para nuestro caso, son los secuestrados.

Para citar un ejemplo claro aunque extraño, vale la pena citar la revolución silenciosa de los teléfonos móviles: El celular pasó de ser un bien poco popular hace 5 años a ser el regalopor excelencia para los niños de las clases menos favorecidas. Pero no nos dimos cuenta. O tal vez sí, pero jamás advertimos de los grandes cambios que esa nueva realidad nos ha traído -y nos traerá-. Creemos todavía, como cualquier comunicado del Polo Democrático, que estamos estancados. O que nada mejora. Que la famosa sensación de crisis, de la que tanto hablan algunos extranjeros que visitan nuestro país, es cierta. Pero eso, sinceramente no lo creo. La tesis derrotista contrasta con el libro Mi fuga hacia la libertad de Jhon Frank Pinchao, donde -con la facultad del antes y el después- relata su sorpresa por ver a los transeúntes con pequeños celulares, dejando atrás selectos y pesados teléfonos, muy bien conocidos como las panelas. Y así con muchos aspectos de la vida cotidiana: Quién se hubiera imaginado en Ciudad Salitre, en Bogotá, hace 10 años el primer Trade Mart de América Latina?. Ó que Marriott instalaría dos hoteles en la capital de Colombia, otrora famosa por su suciedad y desorganización urbanística?. O que el tiempo de viaje entre las capitales secundarias y la arrogante Santa Fé sería de tan sólo minutos, antes días y meses?. En fin, los ejemplos abundan. De pronto lo que hay que dejar claro es que tal vez de eso se trata la vida: De ver que hemos progresado; Tal vez no tendremos las mejores cifras sociales o económicas, pero hemos mejorado, digan lo que digan l@s profetas de las crisis. En últimas, el asunto se trata de empinarse en el camino y ver hacia atrás, nuestra historia. Ver que no nos hemos estancado; Sí, que hemos sufrido. Pero que a pesar de todas las dificultades, como escribiría el poeta Cavafis, seguimos adelante.

5 comentarios:

juan francisco muñoz dijo...

Me gustó mucho este post.
Ingrid está aterrada con el facebook. Espero que el grupo "yo también me le escapé a las Farc" termine siendo numeroso.

Luis F. Jaramillo Q. dijo...

Definitivamente, Juan Francisco. jejeje.

También escuché en TV que a uno de los americanos rescatados le había impresionado el avance que los computadores han tenido en todos estos años: Tener varios gigas en memoria y portátiles de pocas libras son una fortuna reciente. Nos dimos cuenta, pero no lo advertimos para nuestras reflexiones sociológicas fatalistas...

Anónimo dijo...

Hace unos días me preguntaba lo mismo: Cómo estarían viendo los rescatados a Colombia después de tantos años?

Quizás aquellos que no han notado los cambios tienen una idea tan pesimista y sombría del país que no se toman la molestia de analizar y comparar lo que era la Colombia de hace cinco o diez años a la Colombia actual. Si lo hicieran, dirían, por lo menos, "Oiga, verdad... Sí que hemos mejorado."

O quizás si la han visto, pero no lo querrán admitir por x o y motivo. Hablan y hablan de lo mal que estamos y cuando avanzamos, si quiera un poco, y que es siempre motivo de celebración, lo ignoran. Como ocurre casi siempre en la televisión que solo nos enteramos de las cosas malas que hace otro, pero nunca sabemos cuando hacen algo bueno. Lo que son algunas personas…

Carlos Méndez dijo...

Muchas veces la gente no percibe la prosperidad o el avance en su calidad de vida porque se compara su ingreso en terminos nominales o con respecto a otros y no mira el aumento de su capacidad adquisitiva (que puede comprar, como vive)

Ademas, esa una tactica comun en politica hablar de que existe una crisis para entonces justificar cierto cambios.

Anónimo dijo...

hola....
me llamo "el burri"
no se si te acuerdas de mi, pero
ese dia la pasamos muy delicioso, me encanto en la forma como me la metiste, bote mucha sangre, puesto que lo tienes muy grande....
pipelon...
i love you