Elecciones Insípidas

Las elecciones presidenciales de este año en los Estados Unidos me han parecido muy aburridas. Extremadamente insípidas. Desaboridas en exceso. Desproporcionadamente secas. Y muy especialmente, sí traemos a colación el hecho de que son parecidas a todas las campañas anteriores: Ataques personales de ambos lados y técnicas recurrentes de la ciencia publicitaria: Hombres sonrientes, lugares comunes (los chicos malos de Wall Street, la necesidad de un cambio en Washington, etc…), las tradicionales ovaciones colectivas después de la mención de los lemas bien aprendidos (Change We can belive in ó Country first) y la exaltación, bien remachada, de los valores propios de la nación norteamericana: Disciplina, trabajo y perseverancia. Los de siempre, por antonomasia. En últimas, no sobra recordarlo, esta es una elección más: Tal vez no por su contexto de crisis, sino por su contenido y las formas ya bien revisadas en el pasado de cómo se están haciendo las cosas. Y tal vez por eso me tiñe un poco de desesperanza: A pesar de que haya un cambio, es probable que las cosas sigan muy parecidas. Por ejemplo, la disposición de ambos candidatos para reformar las chuzadas a llamadas telefónicas y muchos otros poderes del gobierno federal que violan algunos derechos inherentes de los seres humanos, es nula . Es muy probable, tal vez un hecho, que cierren o reformen Guantánamo. O que dejen de capturar a individuos calificados como terroristas, por puras sospechas y caprichos de idiotas –como diría Thomas Friedman - sentados en una silla en la oficina Oval. Pero en suma, las expectativas de cambios verdaderos y soluciones prácticas a los problemas que agobian a esa gran nación parecen ser sólo ilusiones, pues además del actual derrumbe de la economía, hay muchos otros problemas: Los ghettos, los empleados blue collar dejados de lado por la nueva economía globalizada de alta tecnología, un sistema de educación media deficiente, el quebrado sistema de seguridad social y las guerras sin fin aparente, como Irak y Afganistán. Y las soluciones a esos problemas pueden estar planteadas, pero son imposibles de aplicar por el mismo ambiente político que reina en el país del norte. Por ejemplo, para enfrentar los problemas del sistema de seguridad social, se podrían aumentar los impuestos a la nómina en un 90% o disminuir los beneficios sociales en un 110%. Algo complicado, mucho más con el actual contexto político. Una lástima.

Y mientras tanto, los que esperamos esos cambios y seguimos a los que probablemente sabrán solucionar muchos de esos asuntos -tecnócratas, generalmente-, seguiremos esperando. Escribiendo. Tratando de hacer ruido. Para ver si algún día la sensatez llega. Aunque, teniendo en cuenta algunas experiencias en otros asuntos, la sensatez llega tarde. Y muchos más si es en los políticos....

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