Lo bello...

The speed with which Mr Neeleman has got his new company airborne is perhaps surprising given Brazil’s reputation as a bureaucratic place where life is hard for entrepreneurs. In its “Doing Business” survey, the World Bank ranks Brazil 121 places lower than America on ease of starting a business. According to Mr Neeleman, lots of things that companies need, from capital to telephone lines and computing expertise, are indeed more expensive in Brazil than in America. Labour is not much cheaper when taxes are taken into account. The corporate tax rate is lower than in America but Azul needs an army of accountants to pay it correctly. Customers have less access to credit than American ones do, so Azul has had to perform some of the services of a bank, offering interest-free credit for ten months, and so on.
Tomado de Missionary man, The Economist.

Esta historia puede ser un ejemplo de lo bello que puede llegar a ser el capitalismo global: Brasil es un país pobre y polvoriento, con una infraestructura vial desastrosa, distancias enormes, un instrumento estatal corrupto e ineficiente y el mercado aéreo prácticamente duopolizado. Viendo oportunidades de negocio en un ambiente de negocios tan desafiante y después de tener algunos inconvenientes en su nación de orígen, un inmigrante anglosajón llega al país y crea una empresa para prestar un servicio en una parte del mercado que no ha sido atendida: Los pobres. Individuos sin plata para pagar un tiquete de clase económica (lo que significa estar en al pie de la turbina, soportando el mosaico de vibraciones y la condena a perderse el saludo cursi de la tripulación) y que consecuentemente tendrán que viajar por tierra, perdiendo tiempo valioso. Después de pasar todos los obstáculos que son habituales para un emprendedor en América Latina, el modelo de negocios tiene éxito. El empresario hace dinero. La gente gana tiempo, ahorra dinero y los viajes se hacen más productivos. Se ha creado empleo y las economías locales, antes aisladas por los elevados costos de transporte, recuperan cierto grado de dinamismo. Inclusive ciertas familias pobres se vuelven a ver después de mucho tiempo. En resumen, los stakeholders felices.

Tal vez los únicos que no terminaron tan contentos al finalizar la historia fueron los empresarios de la competencia. Eventualmente tendrán que reducir sus precios, mejorar su servicio y ofrecer un portafolio de destinos más sofisticado. lo cuál, tarde o temprano, terminará en resentir sus descarados márgenes operativos.

Pero bueno, a mi ya no me interesa resaltar la belleza de la competencia. Hay que pasar de esos debates generales pre-muro de Berlín a discusiones más específicas. Por ejemplo, del texto lo que más me llama la atención es esta parte:

The corporate tax rate is lower than in America but Azul needs an army of accountants to pay it correctly
Esto significa que en ese país, con un estatuto tributario enredado como el colombiano, las empresas deben dedicar esfuerzos y dinero innecesarios para entender y ejecutar bien una regla impositiva. Lo que significa que nuestras empresas no sólo deben pagar una tasa coporativa muy alta para los estándares globales, sino que también deben invertir en especialistas que los ayuden a traducir el complicado lenguaje de abogados y contadores a cifras que dan dolor de cabeza, lo que signifca más costos y consecuentemente, menos competitividad... algo que es imperdonable en un mundo globalizado.

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