Obama y el TLC


Mucho se ha hablado en la blogósfera sobre lo que Barack Obama podría hacer, si es elegido Presidente de los Estados Unidos, con las relaciones con Colombia, y especialmente, con el futuro del Tratado de Libre Comercio. Al parecer, la conclusión general (derivada de las cartas, un poco agresivas (yo díria, incomprensivas)) es que (me disculpan el exceso de coloquio) este gringo se nos va a mamertiar. Y yo, dadas las circunstancias, creo que en base al pasado, esa conclusión tiene lógica.
Sin embargo, hay algo con lo que los opinadores y futurografos no cuentan a veces: Obama es candidato todavía y para ganar el apoyo de algunos sectores de su partido que todavía no ha conquistado (especialmente el de más izquierda, representativo de Jhon Edwards), está apelando al populismo económico y el aislacionismo comercial.

Pero no se nos puede olvidar que una cosa es ser candidato (o más aún, precandidato!) y otra gobernante: Cuando se llega a la oficina (sólo por hacer una traducción vulgar de took office) de Presidente, las cosas son a otro precio. No todo lo que se dice se puede hacer y algunas cosas que se dijeron que no se iban a hacer, se tendrán que hacer y toca apelar al sano pragmatismo. Por ejemplo, Clinton lo hizo así en 1993 cuando los Estados Unidos se encontraban en plena recesión, al no recortar las tasas impositivas de la clase media, como había prometido y prometido en campaña, para no hacer más profundo el déficit federal y empeorar el estancamiento de la economía americana. Y probablemente, así tendrá que hacer Barack con el TLC con Colombia: Tendrá que llenarse de espíritu pragmático para manejar las delicadas relaciones que los Estados Unidos tienen con América Latina: Probablemente ha de acercarse a Venezuela y a Cuba, pero también, por las mismas presiones geopolíticas, tendrá que darle el visto bueno al acuerdo.

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