Lectura Orwelliana (i)

Las primeras manzanas ya estaban madurando, y el césped de la huerta estaba cubierto de fruta caída de los árboles. Los animales creyeron, como cosa natural que aquella fruta sería repartida equitativamente; un día, sin embargo, se dio la orden de que todas las manzanas caídas de los árboles debían ser recolectadas y llevadas al guardanés para consumo de los cerdos. A poco de ocurrir esto, algunos animales comenzaron a murmurar, pero en vano. Todos los cerdos estaban de acuerdo en este punto, hasta Snowball y Napoleón. Squealer fue enviado para dar las explicaciones necesarias.
-Camaradas –gritó–, imagino que no supondréis que nosotros los cerdos estamos haciendo esto con un espíritu de egoísmo y de privilegio. Muchos de nosotros, en realidad, tenemos aversión a la leche y las manzanas. A mí personalmente no me agradan. Nuestro único objeto al comer estos alimentos es preservar nuestra salud. La leche y las manzanas (esto ha sido demostrado por la ciencia, camaradas) contienen substancias absolutamente necesarias para la salud del cerdo. Nosotros, los cerdos, trabajamos con el cerebro. Toda administración y organización de esta granja depende de nosotros. Día y noche estamos velando por vuestra felicidad. Por vuestro bien tomamos esa leche y comemos esas manzanas. ¿Sabéis lo que ocurriría si los cerdos fracasáramos en nuestro cometido? ¡Jones volvería!, Sí, ¡Jones volvería! Seguramente, camaradas –exclamó– no hay nadie que desee el regreso de Jones.

Este es un fragmento de una de las obras maestras del escritor británico George Orwell. El libro es Rebelión en la granja. La parte que más me llamó la atención, la repito a continuación:

-Camaradas –gritó–, imagino que no supondréis que nosotros los cerdos estamos haciendo esto con un espíritu de egoísmo y de privilegio

Yo no sé, pero eso ya me parece haberlo escuchado muchas veces antes en varios sistemas totalitarios, no sólo los comunistas o socialistas. Tienen esa característica tan despreciable de decirle a sus ovejitas –nosotros– que lo que lo tienen, lo tienen por necesidad. Por ejemplo, el discurso bolivariano de Chávez contrasta con todos sus viajes, lo que gasta en zapatos y con el surgimiento de los famosos boliburgueses. También es muy resaltable ese aspecto de la última parte cuando Squealer –un cerdo emisario– usa la amenaza y distorsiona algunas situaciones para mantener sus privilegios burocráticos por encima de todos los demás. Finalmente, también es conveniente resaltar las grandes inequidades a las que llevan, esta vez si, sistemas como el comunista: Los grandes líderes –el Politburó Animal, graciosamente dirigido por cerdos– poseen privilegios que el 99.9% de los demás miembros de la sociedad no. En últimas, esto es de manera sencilla, los que tienen y los que no. Blanco y negro. Poderoso y desposeído.

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