Temores eróticos

En esta semana la feria de Manizales ha sido escenario de una batalla, ya de vieja data, entre empresarios que quieren que su negocio de sexshop sea parte del entretenimiento y las autoridades eclesiásticas, con la novedad que en este año la propia alcaldía ha tenido fuertes reservas ante la exposición erótica, tanto que la ha obligado a cambiar de nombre, esperando tal vez que quienes asistan no lo hagan por el deseo de ver cumplidas sus fantasías eróticas, sino simplemente que l vean la exposición estando carentes de deseo, como quien asiste a unas "sanas" clases de salud sexual.
Contrario a las indignaciones de la iglesia, que tan extraños ve los encuentros con los escenarios eróticos no necesariamente inmorales, y contrario al temor de las autoridades por desatar una respuesta colectiva desconcertada ante sus propios impulsos y curiosidades sexuales, en los medios de internet se publica información sobre los sexshops y los juguetes sexuales. Independientemente de creer que sean pervertidos o innecesarios, la verdad es que las ventas de estas tiendas son cada vez más altas. De hecho, Yahoo noticias informó que las ventas de juguetes y accesorios sexuales fue de lo poco que no disminuyó en la recesión norteamericana, y otros medios han informado que una tienda europea puede llegar a facturar 900.000 euros al año.
Tal vez sea de mal gusto, tal vez la salud sexual no pueda ser sustituida por el uso de accesorios que parecieran ser más fetichistas que propiamente sexuales, pero las ventas no mienten. Estamos en una sociedad que más que temor, siente es curiosidad por este tipo de escenarios y por este tipo de productos. Así que, tal vez no exista ideología sobre la moral sexual que pueda con este nuevo mercado. Parace que Freud no exageraba al prever el efecto de los impulsos sexuales en las dinámicas económicas de la sociedad.

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